Arrima el Alma a un buen fuego.
De los que prenden lento y dejan buena brasa.
Mantenla alejada del que rápido arde.
Que no te deslumbre su llama brillante, viva, voluptuosa.
No sucumbas al encanto de su colorido rojo, naranja y azulado. Porque pronto se apaga.
Y el frío que deja, cuando se instala, ya no se va con nada.
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