He aquí una historia, escrita por José Antonio Suris,en la que describe algo que a cualquiera de nosotros, amantes apasionados de nuestros cacharros, nos ha ocurrido sin duda. La llamada oportunidad del cambio. Una moto que aparece dispuesta a reemplazar en nuestro corazón y garaje a otra que, hasta ese instante era todo lo que deseábamos en el mundo. Solo el desenlace de nuestro amigo José difiere de la realidad con la que nos encontramos la mayoría de los mortales.
Gracias, José, por permitirme recoger en este blog tu historia.
Inicia José Manuel el relato de la siguiente manera:
…. La verdad es que estuve a punto de deshacerme de ella (K100RS Baviera) cuando me compré la R 1100 RT pero finalmente he decidido conservarla.
Prosigue explicando ya la historia en cuestión
Empecé en esto de las BMWs por pura casualidad: después de casi veinte años sin tener moto, me quedé con una R 65 de mi hermano (previo pago, Dios dijo hermanos que no primos) que ya no utilizaba. Yo estaba entonces embarcado (soy maquinista de la marina mercante) y andaba con ella cuando estaba en tierra de vacaciones. La moto era del 78 de modo que ya tenía sus dieciocho añitos y el marcador decía que sesenta mil kilómetros. Después de un par de años, empezó a perder aceite por el retén del cigüeñal así que decidí desmontarla entera (tenía entonces seis meses de vacaciones entre embarque y embarque y además me prestaron un local) para restaurarla y ponerla en condiciones de andar otros tantos. A ello dediqué casi todas mis vacaciones de aquel año además de unas trescientas mil pesetas de las de entonces entre recambios originales y talleres. Por el estado de las camisas, que hubo que rectificar, dedujimos que el cuentakilómetros ya había dado una vuelta por lo menos (con veinte años no era probable que más) de modo que a sus 180 mil la moto quedó en perfecto estado de revista. Hay que destacar que el de las camisas era el único desgaste significativo aparte del de gomas, rodamientos, retenes y otros "consumibles".
Aquellas fueron mis últimas vacaciones como marino ya que conocí a la que hoy es mi mujer y me busqué trabajo en tierra (los barcos, como decía uno, son para los solteros, por las escalas en puerto, o las monjitas, por las travesías). Trabajo al que acudía diariamente en moto por lo que el rejuvenecimiento de la R 65 resultó haber sido de lo más oportuno.
Ya fuera por las horas que pasé desmontando y montando la moto o por los veinte mil kilómetros que disfruté conduciendo después (volví a ver el 00000), el caso es que le cogí el gusto al Boxer y no pude resistir la tentación de hacerme con una R 100 RS que, a pesar de estar repintada bastante chapuceramente, tenía un buen aspecto, un carenado y unos cuantos caballos más que me convencieron definitivamente. Puse entonces la R 65 a la venta pero afortunadamente (esto lo pensé después) nadie se decidió a comprarla.
Escarmentado de mi anterior experiencia, al observar unos meses más tarde que mi flamante adquisición quemaba aceite y echaba humo por el escape izquierdo, acepté la evidencia de que al marcador le faltaba un dígito (¿Porqué los hacían sólo hasta 99999? ¿No esperaban acaso que sus motos fueran tan duras como después han demostrado?) y de que es muy raro que una moto con más de veinte años (la RS también es del 78) no haya superado los cien mil.
Aprovechando que no había vendido la "pequeña" y que encontré un local en alquiler a un precio "razonable", decidí ponerme manos a la obra y acometer una restauración, esta vez más completa, ya que incluiría también cambio de pintura. Como ahora no tenía aquellas añoradas vacaciones, en lugar de cinco meses invertí dos años (y, como el euro no ha provocado inflación, los 3000 equivalentes. Bromas aparte, la pintura se llevó un buen pico) pero el resultado compensó el esfuerzo.
Me encontraba pues con dos motos en orden de marcha pero una de ellas casi de colección por lo que me daba cierto reparo cogerla para ir a trabajar pese a que la protección del carenado y esa potencia extra me hacían preferirla para cualquier tipo de desplazamiento. Así que volví a poner la 65 en venta con la idea de adquirir alguna más moderna para uso diario, en mente estaba ya la 1100 RT aunque no en presupuesto. Quisieron la suerte y alguna hora de navegación que se me cruzara en la red una oferta de una K100 RS Baviera que me hizo tilín. Ya entonces llevaba tiempo leyendo (más que escribiendo) cosas en este y otros foros y había aprendido casi más de las BMW que en mis años de experiencia con mis abuelas. Recuerdo perfectamente la primera impresión que me produjo una K cuando la ví por la calle en los ochenta: "Se han pasado, esto no es una moto, le han puesto directamente un motor de coche". Valga el comentario para indicar que era reticente en principio a comprar una K. Pero, de perdidos al río, la falta de posibles para una 1100 RT (el boxer es lo que tiene), la información adquirida por internet y una rebaja de última hora me pusieron sin comerlo ni beberlo encima de una K100. Tan de cabeza fui al río que me encontré de repente con tres BMWs en el garaje (bueno, dos en el garaje y otra en el local).
Estuve conduciendo la K100 casi exclusivamente una buena temporada y descubrí qué es realmente una gran moto: suavidad del motor, frenos, carenado (aunque, para mí no supera el de la R 100), aplomo y, sobre todo, ABS. Sin desmerecer las cualidades de la R 100, se nota que hay diez años de evolución técnica. Y que los siguientes diez, por lo bajo, no han mejorado sustancialmente (al menos en otras marcas) los logros conseguidos por esta máquina: he salido de ruta con motos modernas (del siglo XXI) y sus pilotos se han reconocido asombrados de lo bien que andaba la "vieja" sobre todo por carreteras reviradas (y la primera subordinada de la frase anterior está ahí porque lo mismo me ha sucedido con la R 100).
Y después de descubrir las bondades de la K, resulta que por fin se me ofrece la oportunidad de hacerme con la 1100 RT. Hace un par de años, encuentro comprador para la 65 (se la lleva con 216.000 Kms por lo mismo que me costó remozarla) al tiempo que aparece una 1100 RT a un precio asequible. Evidentemente, como la idea era mantener únicamente dos motos, pongo la K en venta pero de nuevo (otra vez afortunadamente) nadie está dispuesto a pagar lo que vale. Así que sigo con tres BMWs y, pese a que la firma afirma que la K está en venta, la Baviera se queda en casa pendiente de pasar por el quirófano como sus hermanas mayores a la primera oportunidad.
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