21.12.2009 8:00 a.m.
Y es que es rara la ocasión en que no me desplace en Vespa como todo el mundo sabe. Bueno, todos, los que saben de mi algo. Al ver todo nevado no reparé que hoy fuera a ser distinto. Quizá el hecho de vivir en una zona urbana o que lo es mas que donde vivI no hace mucho y donde me quedé realmente incomunicado brevemente por la nieve, haga que ahora no me preocupe lo más mínimo ese tema. Termino el café y los cereales, leo los email en el teléfono, cojo los trastos, casco, guantes etc y salgo de casa.
Una vez en el garaje veo huellas de agua por alguna zona. Las plazas están todas prácticamente ocupadas. O es muy pronto, que no es el caso, o se ha ido casi todo el mundo en metro. Hacia mi oficina, ésto último, es caso perdido desde mi casa. Arranco la Vespa y mientras se calienta me voy poniendo el sotocasco, los bajoguantes, guantes y casco. Voy hacia la rampa de salida y me encuentro la puerta abierta , dos rodadas hasta arriba del todo y el resto blanco. No es muy pronunciada la rampa. Voy a intentarlo. Trepo con motor en marcha hasta casi la cima pero a unos dos metros, el hielo hace que patine y me veo, con los pies por fuera, bajando de espaldas subido en la Vespa deshaciendo el camino que había andado. Me río bajo el casco. Lo intento unas tres veces más sin éxito. Entro de nuevo en el garage y decido probar la rampa de entrada. Tiene menos pendiente, y lo más probable es que este llena de nieve sin pisar, sin hielo y pueda salir. No me seduce la idea de buscar una alternativa de transporte. Quiero darme mi paseo en Vespa con todo nevado. Suena el móvil y contesto. La reunión de primera hora de la mañana se aplaza un rato pues por la nieve, mi interlocutor no ha podido llegar todavía a su ofi. Mejor, me digo, tengo aun más tiempo. Enfilo la rampa y en un santiamén me planto en la calle con una sonrisa de oreja a oreja. Me incorporo a la calzada. Estoy a dos manzanas de la vía de servicio que me llevará a la M-40. Voy solo, no hay nadie, ruedo despacio como un niño con zapatos nuevos. Esta todo precioso y mi Vespas como su dueño encantados de vivir la aventura otra vez de rodar por la nieve. Alcanzo la rotonda bajo la M-40 cerca de La Piovera y me alcanza otro escúter. Paramos en el semáforo y nos abrimos los cascos. Ventaja de los modulares. Nos miramos y me dice ¡Un día estupendo para ir en moto. Que vaya bien!. ¡Estupendo, es de los que no hay que perderse, la aventura es la aventura!. Me incorporo a la autovía y ahí con el suelo limpio de nieve casi todo ya se circula con más fluidez. Nieva. Me encanta ver los copos como vienen hacia el parabrisas, me recuerda algunos viajes invernales de otras épocas. Me traslado a algún viaje a Galicia nevando bastante y escuchando a los Dire en mi antigua K100Lt o en la RT1150 cuando me nevaba en los Alpes en el mes de Junio. Con la G/S me he dvertido de lo lindo por algúna carretera de la llamada Sierra Pobre de Madrid, nevando a gusto y disfrutando del paisaje,
Tras un ratejo de ruteo llego al parking de la ofi donde tengo la reunión y allí, en la zona de visitas, frente a la entrada principal, nos encontramos tres solitarios vehículos, un Mini, Una GS (como está mandao) y mi Vespa.
Queda todo un día por delante para dos reuniones con clientes, una comida con amigos, otra reunión a primera hora de la tarde en cliente y pasar por la ofi. Por la mía claro. Ir a nadar a última hora de la tarde.