“...una despedida cálida, dulce y luminosa. Como a tí y a mí nos gustaría, verdad?
A pié de carretera, en cualquier lugar del mundo estaría bien.
Que tenga verde o pleno desierto, me dijiste un tiempo.
Atrás quedaron, esta vez, horas de calor y de manejo hasta no poder mas. Esas noches que caen y tras parar a veces a cenar algo decimos, vamos a darle un rato mas. Viste que cielo? Y qué luna... . Nos asombraron y asustaron los rayos tan tremendos. Los enfados de Maria Tormentas. Destellos de luz zigzagueantes prolongados de cielo a tierra y viceversa por todos lados que vimos caer muy muy cerca. Y sin llover.
Ratos de quedar embelesados con los paisajes y el horizonte. Nuestras conversaciones. Ay de nuestras conversaciones. Las que tuvimos y las que no. Y mira que lo hemos hablado veces.
Como el amanecer en la moto, nada, dijiste.
Pero y esos atardeceres... . Como el de hoy… quién sabe si habrá más… y cuándo… “
Arriba esos corazones viajeros